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3.- MAS ALLA DE LAS APARIENCIAS Su familiaridad con la estructura jerárquica de la Iglesia no le había impedido descubrir en los más hondo de ella lo que moti– vaba su vida: la presencia salvadora de Dios. La misma jerarquía le había enseñado que la Iglesia estaba animada por el Dios trini– tario Padre,Hijo y Espíritu Santo; el mismo Dios que había mode– lado con amor la creación entera y, de forma especial, al hombre; el Dios que, compadecido de nuestra debilidad, se había hecho hom– bre en el Hijo,nacido de la Virgen María y abriéndonos con su vida y muerte el camino de la libertad; el Dios que no sólo nos acompa– ña sino que también nos espera para acoger nuestro cansancio y colmar de sentido nuestro destino de hombres. Esta acción salvadora de la Trinidad la percibía Francisco como el misterio encarnado en la Iglesia cuyo cuerpo es sacramen– to de liberación para todos los llamados a formar en ella el Pueblo de Dios. La Iglesia es, pues, templo de la Trinidad, como lo es tam– bién María al ser elegida por el Padre para que en sus entrañas se hiciera hombre el Hijo por medio del Espíritu Santo. En María se hace visible la invisible bondad de Dios con los hombres;en ella se nos hace palpable la insospechada misericordia di– vina que se nos ofrece como don. Pero este misterio de salvación no se agota en María. El simbolismo del templo habitado por la Trinidad que Francisco aplica a María y a la Iglesia, se realiza también en to– dos aquellos creyentes que permanecen abiertos a Dios. Si los cristianos tratan de vivir con coherencia su compromi– so evangélico el espíritu del Señor se posará sobre ellos y perma- 10

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