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pos no excesivamente numerosos, la ceremcnia podría ser bien organizada y transcurrir con orden y gravedad religiosa. 2. Piedad confirmacional. La instrucción doctrinal sobre la confirma– ción no agota las posibilidades de penetración en los misterios de este sacramento. Es nece– sario vivir y revivir las enseñanzas por el pro• ceso afectivo de oración, meditación, plegaria. · a) Vivir el sentido de la confirmación. El cristiano debe adquirir conciencia cada vez más intensa del significado que para él tiene el haber recibido la plenitud del Espíritu Santo el día de la confirmación. El confirmado es un «hom- - bre del Espíritu»; el Espíritu lo escogió, lo llenó de sus dones, lo ungió con dignidad mesiá– nica, como a los antiguos profetas, como a Je– sús, como a los apóstoles, para que se dedique a la implantación del reino de Dios en el mundo. · La vida del confirmado debe.ser una vida se– gún el Espíritu, en sí mismo y en su acción so– bre los demás hombres. Debe ser objeto de meditación cordial la responsabilidad que lleva consigo el haber sido promovido a la edad adulta cristiana, a la 75

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