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más recomendable es que la confirmación se administre por grupos y en ÍO:fma comunitaria. En tal caso la parroquia entera debe participar en la promoción de los nuevos soldados de Cris– to, que son incorporados a la Iglesia en una forma todavía más completa, para consagrarse al b_ien público de la misma, en forma más ex– plícita. Podría hacerse esta oración pública al estilo de las preces que León xm mandó hacer por pentecostés. La comunidad parroquial re– cordaría a los discípulos del cenáculo recogidos en oracíón con María, implorando la venida del Espíritu sobre la comunidad o Iglesia local y universal. También sería oportuna una vigi– lia biblicolitúrgica que tuviese por terna el Es– píritu Santo como don de pentecostés y de la confirmacíón. e) Digna celebración de la ceremonia. Los desórdenes y la falta de seriedad religiosa que acompañan a la celebración de la confirma– ción son famosos en muchos ambientes y, al parecer, desde hace siglos. La concentración de gran número de muchachos, con sus padrinos y familiares, en nada favorece la celebración dig– na de la ceremonia. Para evitar estas concentra– ciones masivas, no hay otra solución que la fre– cuente administración del sacramento. Admi– nistrada la confirmación con frecuencia, en gru- 74

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