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vida de comunidad de bienes, frecuentan el tem– plo para hacer oración. Esta vida era un. «tes– timonio», ya que con ella alababan a Dios y provocaban la admiración del pueblo (Act 2, 42 s; 4, 32 ss; 5, 12 ss). Constituidos en nuevo pueblo sacerdotal por. la confirmación, san Pe– dro recuerda a todos los cristianos la obliga– ción que tienen de dar «testimonio» y pregonar la gloria de Dios entre los paganos por medio de una vida santa (1 Pe 2, 4. 25). La vida edi– ficante, irreprensible, de la mujer cristiana debe tener una misión de apostolado a fin de que «el que no cree a la Palabra sea llevado a creer sin palabras, por la conducta de su mujer» (l Pe 3, 1-6). En los escritos del NT podemos recoger tes– timonios del apostolado y actividad en la pro– pagación del reino de Dios ejercida por cre– ycnrcs no pertenecientes a la jerarquía, por sim– ples cristianos que habían recibido la infusión del Espíritu. Los helenistas compañeros de Es– teban (Act 11, 19 ss). Aquila, Priscila y Apolo (Act 18, 24-28). San Pablo nos habla de la ayu– da que le prestaban en su apostolado muchos creyentes que no tenemos motivos para pensar que perteneciesen a la jerarquía (Rom 16, 8-13). El testimonio por excelencia, el martirio, tam– bién entra dentro de las perspectivas apostólicas 69

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