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Unido a Dios como su instrumento y su <<siervo», el profeta es «revelador» de los se– cretos de Dios: boca de Dios. Mediante el profeta, comunica Dios a los hombres sus pla– nes de salvación y de perdición; el sentido de toda la historia sagrada pasada, presente y fu– tura. En este sentido, el profeta es también «tes– tigo» autorizado por Dios. Y esto en, la acep– ción más fuerte de la palabra. Porque el pro- . feta no es sólo «revelador» y pregonero de un mensaje de salvación, debe ser también mártir: su destino es morir por la verdad pre– gonada. Así a_parece en los profetas del AT, hasta culminar en el máximo profeta, el siervo de Yahveh 37 • b) Cristo es la culminación del profetismo. En el NT Jesús aparece no sólo como profeta, sino como el profeta por excelencia, la culmi– nación del profetismo 38 • La actividad profética de Jesús coincide del todo con su función de predicador del reino de Dios, con su actividad magisterial, con el hecho de que Él es el revelador del Padre ·y de sus designios de salvación sobre los hombres. Me- 37. Sobre el profetismo del AT cf. TH. C. VRIEZEN, Theologie des A. T. in Grnndzüge, Neukirchen, 219-225. W. EICHRODT, Theo/ogie des A/ten Testaments, Gotinga 1957, 1, 190-263. 38. Act 3, 22-26. Sobre Jesús «Profeta», cf. O. CULLMANN, Die Chris– to/ogie eles Neuen Testaments, Tubi':ga 1957, 11-49. 64

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