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recho delante de Dios a los auxilios necesa– rios, en todo orden de cosas. El ser oficialmente defensor de la fe implica el confesarla públicamente, con valentía y sin miedo. No avergonzarse de la cruz de Cristo, según fó_rmula tradicional. La profesión de fe en la cruz-resurrección de Cristo es la base de toda otra confesión pública; ya que es el mis– terio más difícil de creer para la inteligencia humana. La cruz es. escándalo para los judíos e insensatez para los griegos. El soldado de Cristo tiene también la misión de defencler la religión cristiana que profesa. Naturalmente, la defensa se ha de hacer por medios estrictamente espirituales y en el campo de lo religioso. Finalmente, el confirmado debe tomar conciencia de la obligación que tiene de propagar el reino de Dios. Encuadrado como está dentro de la Iglesia, participa, a su modo y en su grado, de la misión que Cristo transmitió a la Iglesia entera de instaurar en el mundo el reino del Padre. La Iglesia hace perenne en el mundo la obra mesiánica de Cristo, sobre to– do por medio de la triple potestad jerárquica, pero también mediante la actividad de todos y cada uno de los miembros de la Iglesia. Esta incorporación del confirmado ·a la mi– licia espiritual está en íntima relación y com- 60

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