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rectamente, ya que el ciudadano «privado» co– labora al bien común en cuanto incrementa su propio bien y a través del propio bien que él incrementa. En cambio, el «soldado» está di– rectamente, en forma prevalente y ex officio, dedicado al bien común de la patria y especial– mente en los momentos de guerra, en que la vida es difícil y la existencia de la sociedad está en peligro. O también cuando se dedica a la conquista ,de nuevos territorios con anhelo de incrementar la grandeza material de la patria. A través de esta analogía reincidimos de nue- vo en 1a idea básica de toda la teología con– firmacional: la confirmación confiere la pleni– tud del Espíritu Santo. Como consecuencia de esta «plenitud» (sacramental y relativa), según sabemos, el bautizado se siente «fuerte» para dar testimonio público y en circunstancias en que se exige especial intrepidez y fortaleza. Como consecuencia de esta incorporación a la «milicia espiritual», la vida del bautizado logra nuevas tareas y responsabilidades. Respecto a su propia vida personal, al bau– tizado, al ser constituido oficialmente soldado - caballero - defensor de la fe, se le exige que él mismo posea esa fe con mayor perfec– ción y solidez. Para ello la gracia de la confir– mación y el carácter confirmacional le dan de- 59

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