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mo. Sin embargo, mirando el problema en su aspecto formal, podemos señalar un modo es– pecial de vivir las realidades sobrenaturales, cristianas, como efecto de haber recibido la confirmación. Este modo sería el siguiente: la confirmación nos confiere la plenitud sacra– mental de la vida recibida en el bautismo. Y esta mayor plenitud o perfección se nos hace visible en, la gracia- especial que la confirma– ción confiere para vivir la vida cristiana en mo– mentos difíciles y cuando tiene carácter de testimonio público. b) La milicia cristiana, Santo Tomás ex– presa esta verµad diciendo que por la confirma– ción es constituido el hombre en soldado de Cristo JI. San Buenaventura recoge otra com– paración tradicional: la del atleta que lucha in– trépidamente por el premio 35 • Subyace aquí la distinción que el lenguaje común establece entre el <<soldado» (y más aún el «caba-Jlero», en sen– tido clásico) y el simple ciudadano. El simple ciudadano, cuando se lo contrapone al soldado, nos sugiere la idea del hombre que ha de preo– cuparse del bien común, pero no lo hace ex officio, ni con la_ misma intensidad ni tan di- 34. Summa, m, q. 72, art. 9, resp.; más claro en Summa c. Gent., IV, cap. 60. 35. Sent. IV, d. 23, c. l, q. 2 resp.; 1v, 591 b. Cf. Breviloquium, p. v1, ca 9. 8; v, 272b. 58

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