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Dentro de este paralelismo o analogía, el bau– tismo es el sacramento que nos confiere el naci– miento a la nueva vida: sacramento de la «rege– neración» espiritual. La confirmación infu.rKle y dota al bautizado de la «madurez» sobrena– tural, en cuanto está ligada a un sacramento y es conferida por vía sacramental-litúrgica– eclesial. Vamos a desarrollar y aplicar breve– mente esta analogía que puede ayudarnos a comprender un poco el misterio que en nos– otros realiza la confirmación. El fenómeno de la madurez en la vida hu– mana integral está revestido de unas caracte– rísticas del todo especiales. La niñez, compa– rada con la edad adulta, se distingue, ante todo, por su carácter totalmente receptivo. El niño recibe de sus padres la vida corporal, el alimento, la educación primera, los rasgos fisio– lógicos y psicológicos de la familia en cuyo seno y bajo cuya protección desarrolla su vida física y espiritual. También está el niño so– metido a las múltiples influencias ambientales y está en actitud fundamental de «recipiente» en relación con la sociedad, con la nación y la raza; con el clima, el ambiente, la historia y la cultµra del medio en que vive. En la medida en que los rasgos de la in– fancia desaparecen y entra el hombre en la 34

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