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sobre los confirmandos, pide a Dios qué, sobre aquellos fieles regenerados y purgados del pe– cado por el bautismo, envíe el Espíritu Santo septiforme, Santo Consolador: espíritu de sa– biduría, entendimiento, cónsejo, fortaleza, cien– cia, piedad, espíritu del temor filial hacia el Padre celestial u. Recibidos en plenitud los dones del Espí– ritu Santo, la vida del cristiano confirmado se encuentra especialmente bajo la acción y di– rección del Espíritu: los que son hijos de Dios · son guiados por el Espíritu de Dios. Es la «vida según el Espíritu» de que nos habla san Pablo. Por esta mayor intensificación y enrai– zamiento de los dones del Espíritu Santo en el alma del cristianó confirmado, el Espíritu de Dios viene a enseñorearse de nuestro propio yo para enseñarnos a vivir desde Dios y a la ma– nera de Dios. La gracia recibida en el bau– tismo, cuando llega a su madurez «sacramen– tal» en la confirmación, llena más intensamente al alma y la capacita, en forma más directa, próxima y perfecta, para recibir de continuo el impulso y la dirección que quiera impri– mirle el Espíritu de Dios, para vivir ya en la tierra, aun en las acciones más ordinarias, de una manera verdaderamente divina. Ninguna 11. Pontificale Romanum: De co firmandis. 31

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