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envuelto en una sombra misteriosa. Podría– mos decir que en la tercera persona se nos pone de manifiesto la misteriosidad del ser divino. Sin embargo, en todas las manifestaciones de la historia de salvación, aparece el Espíritu como expresión de la plenitud divina. En la vida intratrinitaria se nos presenta el Espíritu dando la plenitud, el último comple– mento a la difusión de_ la vida que va del Padre al Hijo y del Hijo al Padre. Y, precisa– mente en ambos instantes, tal difusión sólo es completa en la medida en que dice referencia al Espíritu. Ya que el Padre, cuando da amorosa– mente todo su ser al Hijo, lo hace --,- por decir– lo así - con, la intención de llegar a la donación de amor que es el Espíritu Santo. E igualmente el Hijo, cuando - en acto de amor infinito-– revierte al Padre t_odo el amor que _de Él reci– be, lo hace dando todo su ser amorosamente al Espíritu Santo. En el Espíritu el Padre y el Hijo se encuen– tran en una comunicación de amor infinita y sobreabundante y se abrazan e:i:i efusión y plenitud. El Espíritu es la flor y el perfume de la vida de amor del Padre y del Hijo, como es la flor y punto culminante de su espirituali– dad. La plenitud. del darse y del entregarse es lo propio del Espíritu en el seno de la familia 13
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