BCCCAP00000000000000000000741

todo lo que tienen. En esta comunicación de vida logran la perfección infinita de su ser y de su felicidad. Para los fieles cristianos el rostro del Padre es más familiar. Él es «la fuente y el comienzo de la divinidad». De Él arranca la primera ini– ciativa para la obra de la creación, de la re– dención y de la elección divina a la vida cris– tiana. Toda comunicación de vida, lo mismo en el seno de la Trinidad que en la creación, arranca del Padre y a El ha de retornar. Todo vuelve al Padre por el Verbo, por quien todo brotó del Padre. El Padre es el fin de todas las cosas (1 Cor 15, 28; Ap 1, 4). El Padre tiene la vida en sí mismo (Jn 5, 26) y desde aUí sé difunde a todos. Él es el primer amor, Él es caridad (1 Jn 4, 7 ss). Sobre todo, El es el Padre de nuestro Señor Jesucristo. La segunda persona nos es aún más fami– liar a los cristianos. Ella es la imagen del Padre, su Verbo, la refulgencia de su gloria y el es– plendor de su sustancia (Heb 1, 3; Col 1, 15). Pero sobre todo es el Verbo que se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn 1, 14); a quien hemos visto y oído, nuestros ojos han contem– plado y nuestras manos tocado (1 Jn 1, 1). El Espíritu Santo acompaña siempre al Pa– dre y al Hijo, pero permanece continuamente 12

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz