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vos problemas que surgen al contacto co:1 la vida y con los hombres, la teología kerigmática ayudaá al «apóstol>; a discernir lo que es esencial de lo accesorio, el fin de los medios; lo que es eterno en el mensaje de salvación y lo que es adherencia humana abocada a ser superada cuando haya cumplido su cometido. En una palabra, la kerigmática q1.üere lograr que la teología preste su aten– ción decidida a los problemas del apostclado y la vida de la Iglesia, para ayudarla a que su apostolado sea más conscientemente cristiano, más profundo, más amplio en perspectivas; más flexible, creador y or~ginal en cada época. En determinadas circunstancias, será inevitable la tarea de «depuración» y reforma de métodos de aposto– lado y prácticas de vida cristiana ya ine:fic"-ces y estériles. El que no tenga misión divina bien probada, necesita al menos una seria formación teológica para que la la– bor de «reforma» no resulte peligrosa. Para la misma teología científica es ::ma necesidad vital el contacto con los problemas del ap;:,stolado y del vivir cristiano en todas sus manifestaciones. En la his– toria de la teología católica la forma mentis brota siem– pre de la forma vitae poseída con más o menos intensi– dad o conciencia. La vida de los hombres que viven en la Iglesia (o en su zona de influencia) es la que impulsa el progreso de la teología. Las necesidades vitales plan– tean continuamente nueva problemática, provocan la re– flexión de la inteligencia, ayudan a ver fa insuficiencia y limitaciones de las soluciones anteriormente dadas y urgen a buscar otras nuevas y más perfectas. Sin este impulso que le viene del contacto con la vi::ia de la Igle– sia, la teología científica quedará rezagada, presentará siempre una problemática anticuada y unas soluciones excelentes y completas para los hombres cie otros tiem- 95

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