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La vida sacramental y litúrgica de la Iglesia es, en el fondo, la vida mística, pneumática de Cristo resuci– tado. Los sacramentos son acciones de Cristo glorioso y de su, Iglesia, a través de las cuales Dios nos introduce en el misterio de Cristo muerto y resucitado y nosotros nos decidimos en Cristo por Dios, y nos encontramos con ÉL La vida de la gracia y de la oración son para el hombre la forma concreta y personal de su encuentro con Dios: en la vida religiosa, que impulsa y dirige la gracia, el hombre responde a Dios, le acepta o le recha– za, se decide por Él o se aleja de Él. 7. El encuentro definitivo. El encuentro definitivo es una realidad eminentemen– te escatológica. Tiene lugar en la otra vida. Este encuen– tro se verifica y completa a través de realidades teológi– cas como la muerte, el juicio, el infierno y la gloria; con la total transformación del cosmos y del hombre que esto lleva consigo, cuando acontezca la segunda venida de Jesucristo a entregar todo el universo al Padre, y Dios haga u,n cielo nuevo y una tierra nueva. La muerte, como realidad teológica (no como puro hecho biológico) es el estremecimiento del hombre que busca a Dios a través de la mortalidad. Tiene su último sentido cristiano cuando se concibe como una auténtica «conmuerte» con Cristo, que por la muerte «pasa» de este mundo al Padre. La muerte es la puerta que se abre para encontrar a Dios. San Juan de la Cruz, por ejemplo, llegó a esta visión intensamente cristiana de la muerte, en forma experimental, cuando decía, suspi- 90

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