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A pesar del sentido religioso de su existencia, a pesar de que el hombre es un ser para Dios, sin embar– go, ce>mo es libre, puede el hombre desate::ider la llamada de Dios y decir desconsideradamente no a la invitación del Señor. El hombre intenta siempre de nuevo frustrar el plan de Dios, rehuye reiteradamente el encontrarse con Dios por el pecado. Este es el significado del pecado como realidad teológica y religioso-sobrenatural El mysterium iniquitatis se manifiesta también en el hombre, en la acti– tud de pecaminosidad que late en el fondo del ser hu– mano y que emerge en actitudes como el pecado original y los pecaxlos personales. 4. La, figura de Cristo, el Mediador. Jesucristo debe aparecer desde el prbcipio hasta el fin, en todas las circunstancias en qu,e se dé una predi– cación cristiana. Por consiguiente, en la teología que quiera ser de verdad predicable, se ha de encontrar con– tinuamente a Jesucristo. Si no es intensamente cristo– céntrica, la teología estará alejada de la predicación evan– gélica. Por eso Cristo, hombre-Dios, apare;::e ininterrum– pidamente en la teología kerigmática: todos los misterios, desde la Trinidad a los novísimos, tienen una orientación cristocéntrica bien precisa. Pero cuando entramos a estudiar en forma específica y exclusiva la persona de Jesús, éste se nos ofrece prin– cipalmente como el mediador escogido por Dios para hacer posible y real el encuentro de Dios con el hombre; ya que en éste, hombre, Jesús, está Dios reconciliando al mundo consigo. Y la palabra mediador, hay que en– tenderla aquí en su densidad y amplitud máxima: en 87

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