BCCCAP00000000000000000000740

divino, la raíz, la explicación definitiva del hecho de que la vida humana haya de ser encuentro y vi.da de intimi– dad con Dios; porque también la vida divina es encuen– tro del Padre, Hijo y Espíritu Santo en la posesión de una vida infinita que es íntima en cada uno de los tres por identidad. Y no sólo la referencia del misterio trinitario a nues– tra vida y nuestra salvación es clara, sino también su ordenación para esclarecernos a nosotros el misterio de Cristo: para darnos a entender cuán profundamente está Dios en Cristo reconciliando al mundo consigo, para eso se nos revela el misterio de la Trinidad. La suprema revelación del Dios Trino es Cristo muerto y resucitado. 3. El hombre ante la teología. De lo dicho resulta que el hombre a quien conoce la teología, es un hombre religado a Dios. Como el Dios de la teología es un «Dios para nosotros», también el hombre de que habla la teología es un ser para Dios. La creación y la revelación son la fundamentación de la existencia humana. Sobre todo cuando éstas se ven coronadas por el summum opus Dei, que es Jesucristo. A través de estos hechos decisivos, a través sobre todo de la persona de Jesús y su resurrección, el hombre y Dios se ven ligados como altas partes contrayentes de una alianza indestructible. Si Dios es un ser que habla al hombre, el hombre es un ser que responde a Dios. Tanto la palabra de Dios como la respuesta del hombre, tienen lugar principalmente en Cristo, en su ser y su acción de muerto resucitado. Por consiguiente, no es posible nin– guna inteligencia plena del hombre como ser para Dios, sino es partiendo de Jesús, el hombre por excelencia. 85

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz