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l. La teol,ogía como diálogo. Para completar nuestro estudio sobre el sentido y posibilidades de una teología kerigmática, vamos a se– guir por unos momentos el curso de las ideas de O. Sem– melroth. Creemos que darán luz sobre algQnos aspectos muy vitales de la economía divina de salvación. Por nuestra cuenta añadiremos de continuo una orientación más rigurosa y expresamente cristocéntrica de las verda– des reveladas: todo el diálogo-encuentro de Dios y el hombre se hace en Cristo. Y dentro del cristocentrismo una más continuada relación y más inmediata con el misterio pascual: Cristo muerto y resucitado, en quien está Dios reconciliando al mundo consigo y llevando el encuentro Dios-hombre a su máximo grado de intimi– dad en este mQndo y para siempre. Reiteramos la idea de que la teología no es exclusiva– mente, ni siquiera primordialmente un «sistema», ni una explicación científica del mundo sobrenatural: la teolo– gía es la expresión de la vida de Dios y tiende a con– quistar la vida del hombre para Dios. Nuestra teología sobrenatural no puede tener otra pretensión sino pre– parar e impulsar al hombre a la decisión religiosa, al encuentro con Dios en Jesucristo : la misma finalidad que repetidas veces hemos asignado a la predicación cristiana. Nos parecen claras las ventajas que puede ofrecer esta orientación hondamente vital y dinámica de la teo– logía que hace de ella Qn diálogo entre el Dios vivo y el hombre que vive ante Dios. Todo ello verificado en torno a una realidad «positiva», concreta, histórica, que es Cristo muerto y resucitado. Él, en su calidad de Dios-hombre, es la palabra encarnada, el diálogo, el 81 6 - Villalmonte

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