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ca: anunciar a los hombres que este Jesús, que murió y fue resucitado, ha sido puesto como salvación por Dios mismo. Todo hombre que quiera salvarse tiene que deci– dirse por Él en la fe y en la caridad. 4. Curso de teología kerigmática. Hace tiempo que venía notándose que el período de los cuatro años resultaba corto para el estudio de la teo– logía. La necesidad de prolongar el estudio de la teolo– gía llega a plasmarse en la constitución apostólica Sedes sapientiae, que impone a los religiosos un quinto año de teología. Este quinto año ha de tener, como fina– lidad pecu,liar, el formar al joven sacerdote en orden al apostolado. En este ambiente es donde un curso de teo– logía kerigmática pudiera encontrarse mejor situado. Los jóvenes sacerdotes ya han realizado un primer estudio sobre el conjunto de los problemas teológicos. Ahora ha de verse la manera de que estas profundas verdades del dogma se conviertan en luz y energía para la acción apostólica. Entonces es el momento de revalo– rizar los valores predicabíes, kerigmáticos, de las ver– dades teológicas. La kerigmática, como disciplina espe– cial, complemento de la formación teológico-sacerdotal, tiene en el curso de pastoral su mejor e insustituible momento. No se pu,ede alegar que ya se ha estudiado bastante teología. Esto nunca es verdad. Con frecuencia la inquietud por lanzarse cuanto antes y de lleno a la acción apostólica es algo prematuro y peligroso. Con escaso bagaje de ideas teológicas, a veces insuficiente– mente asimiladas, se creen capacitados ciertos sacerdo– tes jóvenes para resolver los problemas más arduos del apostolado moderno. 78

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