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no ha estudiado ni en general tiene motivos para llegar a dominar. Finalmente, se trata de deducciones y aplica– ciones cuya ilación con el tema principal no es posible ver más que después de un largo y continuado trato intelectual y afectivo con las verdades reveladas; después de una experiencia personal sobre la vida de la Iglesia. Cosas todas que no hay por qué exigir al alumno. 3. Síntesis kerigmática de los tratados. Se quejan los jóvenes sacerdotes de que, al acabar los estudios del seminario, han estudiado y oído explicar multitud de problemas teológicos, pero que en realidad se les hace difícil decir que tengan una auténtica con– cepción teológica unitaria de los problemas más impor– tantes. A esta dispersión de ideas en la cabeza de los estudiantes puede contribuir, en parte, la misma forma en que les fueron propuestos los problemas teológicos: en los años del cuadrienio teológico realidades teoló– gicas de unidad indiscutible como el hombre, la Iglesia, van apareciendo fragmentariamente en tratados y años sucesivos. Es del todo necesario corregir esta visión frag– mentaria y esta trasmisión de la doctrina por entregas, proporcionando al alumno una síntesis de la doctrina revelada sobre las realidades teológicas más importantes. La kerigmática se preocupa porqu,e esta síntesis teo– lógica total y sobre cada una de las realidades teológi– cas: mundo, hombre, Iglesia, Dios, se verifique en torno al misterio de Cristo y ordenación del todo explícita e inmediata a la salvación, que es la finalidad que Dios ha tenido al revelarnos sus misterios. Y es porque esta re– ferencia cristocéntrica y salvífica, capacita mejor que ninguna otra al teólogo para cumplir su misión apostóli- 77

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