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ca - se siguen las otras propiedades que hacen de ella el «libro» por excelencia que ayudará a lograr una orien– tación kerigmática en el estudio de la verdades reveladas. La visión de la economía de Salvación, tal como la Biblia no~ la ofrece, no es fruto de una preocupación científica y especulativa. Es más bien una exposición intensamente valorativa y religiosa. No es un «sistema» que hable sobre los planes divinos de salvación, sino una historia de salud, una narración viviente, dialogada, dramática de las obras, del comportamiento de Dios que busca el encuentro con el hombre y del hombre que es invitado a responder a Dios. Aun en su forma literaria nada hay mejor que la Biblia para ayudar al teólogo a encontrar el modo de exponer las verdades reveladas al pueblo. Muchos y muy importantes libros del AT y todos los más importantes del NT, en realidad no son más que un resumen de la predicación de los profetas en el AT; y del mismo Jesu– cristo y de los apóstoles en el NT. Los libros históricos, por tratarse de una historia religiosa cargada de inten– ción teológica; por ser una «historia de salud», adquie– ren la forma de una «proclamación» de la salud de Dios; proclamación realizada - en este caso - mediante el lenguaje denso y fuerte de los hechos y obras ejem– plares del Señor. En el NT la narración histórica de la resurrección es, al mismo tiempo, una «proclamación» (kerigma) de la salud de Dios. El mismo carácter ke– rigmático revisten, en su grado, todos los otros aconte– cimientos de la vida de Jesús y de toda la historia santa. 70

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