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revelada sobre el Dios Padre. La idea fundamental está clara: el mensaje cristiano ha de ser propuesto al hom– bre actual en forma tal que encaje normalmente y tenga una honda resonancia en los problemas, aspiraciones, en las solu,ciones incompletas, incluso en las equivoca– ciones en que el hombre moderno vive sumergido 41 • Siempre ha sido este el plan de Dios. También con .el hombre moderno, cuando se le quiere proponer el men– saje de salvación, hay que aplicar aquella admirable ac– titud divina de sincatábasis (condescendencia y acomo– dación a la psicología, mentalidad, desarrollo cultural) con que la Sagrada Escritura fue entregada por Dios a los hombres a través de los siglos. La Sagrada Escri– tura del AT y del NT no sólo refleja los problemas e inquietudes de los hombres para quienes inmediata– mente fue escrita, sino que, aun siendo sobrenatural, está inmersa y en comunicación viva, continuada con las inquietudes de los hombres a quienes se dirigía el mensaje de salvación. La teología kerigmática puede y debe aspirar a esta sincatábasis respecto de los problemas espirituales de nuestro tiempo. Utilizando una terminología muy en boga y de tan rica resonancia teológica, podemos decir que, mediante la kerigmática, la teología cristiana cum– ple su deber de encarnarse: es la palabra que toma figu-• ra, contornos y tangibilidad sensible. Como observa Schurr «este método de asimilación está justificado por el simple hecho de la encarnación del Verbo y de la catolicidad del cristianismo. Cristo salvó al hombre pre– cisamente porque Él también era hombre y porque pudo así remediar al hombre desde dentro». También es 41. ScHURR, La predicación cristiana.. ,, p. 25-195. 67

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