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Si. en la revelación, Dios ha tenido la confianza de ha– blarnos de sus cosas íntimas, ha sido para encaminar– nos hacia el encuentro de alianza y amistad con Él. En la vida de sociedad humana el encuentro de amistad lleva consigo la comunicación de secretos per– sonales, a través de los cuales se llega a la intimidad. Así sucede en el encuentro con Dios. Por la revelación nos comunica Dios los secretos de su vida personal, tal como ésta se desarrolla dentro de Dios mismo y en su acción en el mundo. Cuando nosotros percibimos estas cosas que Dios nos dice entramos en contacto personal con el mismo Dios. Que Dios esté tan presente en las verdades reveladas es manifiesto: no se trata de incul– carnos una idea abstracta cualquiera sobre lo que Dios es, se trata de una serie de noticias sobre la conducta ó comportamiento de Dios para con nosotros. Y ante estas noticias reaccionamos en forma similar a la que nos produce el trato inmediato con la persona misma. Es normal que estas verdades en que se nos plasma y se nos descubre la conducta de Dios para con nosotros, sean de suyo un impulso para que nosotros ordenemos nuestro comportamiento para con Él. Las verdades de la fe desde el momento en que salen de la boca del Dios personal, salen del corazón de alguien y van en busca de alguien: tienen una insos~ layable exigencia de encontrar una vida y una persona. Son una pregunta que lleva encarnada una persona y exigen una respuesta, en que una persona - el hom– bre - esté también encarnada. Así es la fe; por parte del hombre se inicia en un oir al Dios personal, que le habla; y se consuma en la respuesta del asentimiento, que es confiarse y fiarle a Dios nuestra vida en forma total. 65 5 - Villalmonte
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