BCCCAP00000000000000000000740

ultra-lógica, una conexión vital que sólo llega a ser conocida y captada plenamente mediante el trato con las verdades, por el contacto prolongado y vital con ellas. Diríamos que las verdades teológicas tienen una es– pecie de realidad viviente y exigen ser tratadas como las personas vivas. A una persona, a un hombre no le conocemos tan bien después de una larga explicación razonada sobre su psicología, su origen, sus costum– bres. En cambio, le llegamos a conocer mucho mejor en el trato inmediato, en el contacto personal con él y sus problemas, en el diálogo, en la conversación íntima. Así son las verdades teológicas: hay que tratarlas largo tiempo con amor para llegar a comprenderlas. Y si, al hablar de la comprensión de las verdades teológicas, hemos hablado del parecido con el conoci– miento de una persona, no hay que tomar esta alusión como una comparación, o como un mero recurso lite– rario. Se trata de un parecido más íntimo, que llega a la analogía. Y la razón es porque, las verdades religioso– teológicas, todas son manifestaciones sobre una persona viva que es Dios, sobre su vida personal más íntima y secreta. O también sobre otra persona viva, que es el hombre y sobre los problemas de su vida vistos desde Dios. Y se comprende bien que todas las verdades de índole personal, los secretos íntimos, nos merecen el mismo trato y nos llegamos a ellos con la misma acti– tud interior con que nos llegamos a las personas de quien son secretos. Porque son como una prolongación de la persona. Los misterios o secretos de Dios que se nos mani– fiestan en la teología, son también prolongación de su persona. Por eso decimos que nunca llegamos a com– prenderlos sino adoptando la misma actitud psicológica 63

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz