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ser transmitido a los hombres con quienes convivimos. Así lo han realizado los autores que, en forma más o menos premeditada, han querido hacer una teología ke– rigmática. 34 VI. CONDICIONES SUBJETIVAS PARA EL ESTUDIO DE LA TEOLOGÍA KERIGMÁTICA Queremos que nuestro estudio sobre la teología ke– rigmática tenga también un carácter práctico. Por eso vamos a señalar algunas normas a las que conviene que se atenga el que quiere estudiar la teología con una orientación kerigmática. 1. Estudio y conocimiento de la teología científica. La comunicación de las verdades teológicas al pue– blo, a que aspira la kerigmática, nunca podrá lograrse si el «apostolado» no posee un dominio suficiente de la teología científica. Naturalmente, no se trata de exigir que los sacerdotes dedicados al apostolado sean «teó– logos» en el sentido técnico de la palabra. Lo que se precisa es poseer una visión sobrenatural del mundo, bien segura y asimilada en sus principios fundamenta– les: poseer un conjunto de verdades teológicas básicas, en las que se ha concentrado lo mejor del interés perso- 34. Así aparece en las obras ya citadas de H. RAHNER, Teología de la predicación. V. ScHURR, La predicación cristiana en el siglo xx. Y en otras obras de orientación «kerigmática» más o menos explícitamente confesada, por ej.: O. SEMMELROTH, Dios y el hombre al encuentro, trad. castellana de C. Ruiz Garrido, Fax., Madrid 1959. M. ScHMAUS, Sobre la esencia del cristianismo, trad. castellana de L. Pelayo-Arribas, Rialp, Madrid 1957 :tvL ScHMAUS, Teología Dogmática, trad. castellana, vol. 1-vn1, Rialp, Madrid 1959-1961. 58
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