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Esta teología podría definirse con san Buenaventu– ra - teólogo clásico de los kerigmáticos - como veri– tatis ut credibilis et diligibilis notitia sancta.H La fun– ción de esta teología kerigmática será, por tanto, atraer a las almas a la noticia santificadora y amable de Cristo. Porque, en última instancia, el fin de la teología no puede ser otro que el fin de la palabra de Dios misma: santificación de las almas ad sanctitatis notitiam, ad sanctitatis placentiam, ad sanctitatis custodiam, según frase del mismo Doctor seráfico. 32 Informarnos sobre la vida santa, para hacerla agradable y estimular nues– tra decisión por ella. Éste es el fin a qllce se ordena la verdad divina de salvación, que se nos comunica tanto en la teología como en la predicación. Y dada la coin– cidencia de finalidad y objetividad, podemos decir que la predicación no es más que la teología que, en forma de palabra ardiente, cunde por el auditorio estreme– cido de emoción religiosa, para ponerlo en presencia de Dios e impulsarlo a decidirse por Él. Es el dogma que debe convertirse en el pan de la mente y del corazón de los fieles. 33 Aun teniendo en cuenta que la intima interdepen– dencia entre teología y kerigma, las necesidades concre– tas de la vida de la Iglesia exigen que se puedan llegar a cultivar como disciplinas aparte. Dentro de la misma ciencia sagrada tenemos ya casos análogos: en la edad media la dogmática y la moral se estudiaban no sólo como una ciencia única, sino como una sola disciplina. Actualmente, aunque se conserve la unidad formal de la ciencia sagrada, se impone la división como disciplinas 31. De Donis Spiritus Sancti, collat. IV, 19; V, 477b; cf. 5; v, 474; 476b. 32. Cf, !bid., n, 20; v, 477b, 33. V. C1.PÁNAGA, O. R. S. A., Introducció11 a. las obras de san Agustín, BAC, Madrid 1946, tomo 1, p, 104-105. 55
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