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la Iglesia, lo que pierde en cantidad lo gana en calidad. Siempre será cierto que los grandes movimientos es– pirituales que impulsan la historia humana, están domi– nados y controlados por los grandes pensadores y por las ideas universales. 2. Dos funciones de una misma ciencia. Descartada la tendencia a separar como dos ciencias distintas la teología y la kerigmática, el criterio que ha prevalecido es el de considerarlas como dos funciones de una misma ciencia teológica. Para comprender me– jor esta afirmación reflexionemos un momento sobre lo que es la teología en su proceso completo, que como a tal ciencia le corresponde.ªº En primer lugar tenemos la función apologética– fundametúal, en que la teología como «sabiduría» (en sentido aristotélico-tomista) defiende sus propios princi– pios, los fundamenta racionalmente, demuestra la soli– dez y el valor objetivo de la fuente de donde toma sus argumentos. Viene luego la tarea de la teología positiva: el magisterio de la Iglesia, la Sagrada Escritura, la Tra– dición en sus diversos órganos nos enseñan cuáles son las verdades que realmente han sido reveladas por Dios y el sentido más inmediato y obvio de las mismas. Sobre estos datos revelados la inteligencia humana bus– ca la manera de entenderlos, en lo posible. Así nace la teología escolástica, la función estrictamente científica de la teología, en que se quiere razonar, explicar las verdades de la fe; deducir nuevas conclusiones de los 30. M. N1coLAU, S. I. Etapas del proceso teológico, Est. Beles. 73 (1945) 145-205. 52
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