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posible al kerigma evangélico. Tal aproximación se rea– liza en la medida en que la teología ponga a Cristo y la salvación de los hombres en Cristo como finalidad, centro y contenido de su estudio. De este hecho fun– damental se seguirán otros. Si la teología tiene tal fi– nalidad inmediata, entonces sus procedimientos meto– dológicos, sus problemáticas, sus medios de expresión han de sufrir las ·influencias que tal finalidad kerigmá– tica imponga a la teología. En este sentido podrá ha– blarse de una teología kerigmática y de una influencia del kerigma en la teología. IV. TEOLOGÍA KERIGMÁTICA Y TEOLOGÍA SISTEMÁTICA En el anterior apartado queda ya justificada la de– nominación de kerigmática aplicada a la teología. Va– mos a determinar ahora la relación que ha de existir entre la teología cientificosistemática y la kerigmática. l. No es viable una separación entre la teología cien– tífica y la kerigmática. Al hablar del origen de la teología kerigmática, tam– bién señalábamos el intento de alguno de sus defenso– res de erigir a la kerigmática en una teología «separa– da» de la teología cientificosistemática. Se le llegaba a señalar a la kerigmática su objeto formal propio, sus procedimientos metodológicos distintos e irreductibles al objeto y métodos de la teología cientificoescolástica. Este intento de secesión ni se logró ni era razonable que se lograse. Es cierto que la teología de los cursus theologicus, en buena parte, no es inmediatamente aplicable a la predi– cación y al apostolado en general. Pero no hay tampoco 46
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