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Surge entonces el problema de ver hasta qué punto es legítimo y posible hablar de teología kerigmática. Por lo que se refiere al kerigma, ya vimos cómo se enriquece progresivamente hasta dar origen a la cris– tología y a toda la teología del NT. 21 La teología misma en su. origen no estaba tan lejos de ser un «pregón» (o kerigma) jubiloso de las verdades reveladas. Ya es sabido que los primeros siglos cristia– nos llamaban theofogia a la proclamación misticopoéti– ca de las grandezas divinas, en forma de himno a la divinidad que nos ha salvado en Jesucristo. Si consi– deramos algunas perícopas del NT, como el prólogo de san Juan, los himnos de las cartas a los Efesios, Colo– senses, Filipenses, la separación originaria entre la theo– logia y el kerigma no habría de ser muy marcada. En su· sentido actual la teología es la explicación científica de los misterios revelados. Aun entonces ha de mantener una doble relación con el kerigma: en pri– mer lugar por el hecho de que la teología debe centrar– se en torno al «misterio de Cristo», lo mismo que lo hace el kerigma, aunque en forma más amplia y pro– funda. Y también porque la teología, despu.és de haber desarrollado su labor de investigación científica, debe retornar a su finalidad primera: promover la salvación de los hombres, la entrega completa a Dios en Jesu– cristo, según lo exigía también el kerigma primitivo. En conclusión: Ja teología puede llegar a ser autén– ticamente «kerigmática» siempre que su contenido, su finalidad y objetivos inmediatos se aproximen lo más 27. El proceso que va desde el «kerigma» primitivo hasta la cristología entera del NT lo examina detenidamente ÜEISELMANN, Jesus der Christus..., pp, 103-175. Es un hecho bien conocido que, para los escritores del NT, toda la «teología» es en realidad una auténtica «cristologia» y ninguna otra cosa más. Cf. O. CuLLMANN, Die Christologie des Neuen Testaments, Tubinga 1957, p. 1-2. 45
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