BCCCAP00000000000000000000740
y salía con nosotros, comenzando desde el bautism::> de Juan. 26 Posteriormente la misma historia de la infancia de Jesús es vista desde la muerte y resurrección, como una iniciación en la humillación y exaltación de Cristo, según las Escrituras. Hasta el mismo hecho de la en– carnación está sometido a este proceso: se humilló Jesús hasta hacerse hombre, tomando la forma de es– clavo, Él que desde la eternidad existía igual a Dios. Al entrar en el mundo comienza el Hijo de Dios el es– tado de anonadamiento que culmina en la Cruz. Pero, en la humillación misma comienza la exaltación, la cual entra en su estadio definitivo en la resurrección– ascensión-asiento a la derecha del Padre. Por lo tanto, también la realidad «gloriosa» y divina que encerra– ba Jesús, se les fue revelando a los apóstoles a medida que comprendían, siempre más hondamente, el sentido divino de aquel acontecimiento de la resurrecci6n que ellos pregonaban en su kerigma: ¡Jesús ha resucitado! La aparición de atributos cristológicos como el de Kyrios, Hijo de Dios, Lagos, tiene lugar como una es– pecie de explicaci6n teol6gica, cada vez más profunda, que los apóstoles bajo la dirección del Espíritu Santo, iban haciendo sobre el acontecimiento de que fueron testigos: la resurrección de Jesús. De esta forma, la predicación sobre Jesús fue, al principio, un kerigma simplicísimo y elemental: ¡Jesús resucitado es el Cristo! Pero luego, al ahondar en el sen– tido divino de este enunciado germinal, el kerigma se amplía y enriquece hasta elevarse a una auténtica cris– tología y con ello a una verdadera teología. Porque en el NT toda la teología no es más que una explicación 26. Act 1, 21-22. 41
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz