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III. RELACIÓN ENTRE KERIGMA Y TEOLOGÍA En este breve estudio que acabamos de hacer sobre el kerigma del NT nos hemos mantenido desde el principio hasta el fin en la perspectiva de un «teólogo». Quiere decir esto que, recogiendo los mejores resultados de una exégesis inmediata, se ha querido esbozar una sistematización y visión sintética hasta llegar a la idea que todo lo sustenta: Jesucristo, que cuando muere y resucita es el contenido germinal de nuestra fe y en cuanto morimos y resucitamos en Él, es el contenido de nuestra «conversión»: de toda la vida religiosa cris– tiana. Estudiado en esta perspectiva de un teólogo, el kerigma del NT nos ayuda a comprender mejor el sen– tido y aspiraciones de la teología kerigmática. l. El kerigma no es teología. No habrá dificultad en admitir - pensamos - que la teología, la ciencia sagrada, tal como se viene culti– vando en la Iglesia desde hace siglos, no pueda llamar– se kerigma sin provocar una confusión. Aceptemos como forma más nítida y característica del kerigma el primer sermón de san Pedro: no hay allí más que la procla– mación pública, solemne, jubilosa de que la salvación de Dios llegó a nosotros en Jesús el Cristo, muerto y resucitado; proclamación que postula tener un eco en el corazón del hombre convirtiéndolo a Dios. Y, si bien nuestra teología no es nada sin el kerigma, también es indudable que la ciencia sagrada es ya muchas cosas más allá del kerigma. A modo de comparación podía- 38

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