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Una consideración reflexiva y cada vez más honda sobre la historia de salud, hace ver en ella el misterio de Dios que se revela en Cristo. Con esto se ha puesto en marcha la «teología cristiana» que va desde san Pablo y san Juan hasta nuestros días y hasta el fin del tiempo presente. San Pablo parte, en la formación de su pensamiento religioso, de la experiencia sobrenatural que él tuvo de un acontecimiento histórico: la resurrección de Jesús. Lo mismo que los doce, también él, camino de Da– masco, fue constituido en testigo, autorizado por Dios, de la resurrección de Jesús. Mediante la resurrección se le revela a él, Pablo, como les sucedió a los doce, que la muerte de Jesús tiene un sentido salvífico para todos los hombres: indudablemente, Jesús es el Cristo «en quien está Dios reconciliando al mundo consigo» (Cor 5, 19). Por tanto, toda la salud de Dios que se venía rea– lizando desde la creación del mundo y prometiendo desde el principio, llega ahora, en la obra de Jesús, a su cumplimiento perfecto. La voluntad salvadora de Dios se revela y realiza con plenitud en Cristo. Hay, pues, en las bases de la teología de san Pablo: Un acontecimiento: La pascua, Jesús muerto y re– sucitado; Una persona: Cristo, habitado corporalmente por la plenitud de la divinidad; Un misterio: El misterio del amor del Padre. Genéticamente, el punto de partida de la teología de san Pablo es el «hecho pascual», el mismo que era objeto del kerigma primitivo, de la «buenanueva» de salvación. únicamente que en Pablo tal kerigma (evangelio) no lo recibió o aprendió de hombre alguno, sino por revelación de Jesús el Cristo (cf. Gal 1, 12). 32

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