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que es la muerte y resurrección de Jesús, quedan in– corporados al mensaje los otros datos de la vida de Jesús hasta su encarnación y luego su prehistoria, su preexistencia en la mente divina. Y al mismo tiempo el acontecimiento fundamental y la persona de Jesús que en él se revela, siguen viviendo siempre presentes en la historia de salud que se continúa hasta el fin de este tiempo. Igualmente, toda la moral se desenvuelve en torno a este acontecimiento y a la gran verdad de que Jesús es el Cristo y es el Cristo por sq· resurrección: aquí tiene el hombre que decidirse en la conversión y en la fe. El vivir cristiano es una perenne muerte y resurrec– ción en Jesucristo. 20 No podemos seguir el ulterior desarrollo del kerigma ni estudiarlo como germen de toda otra forma de pro– poner el mensaje de salvación: la catequesis, la paré– nesis, la didakhé, la didascalia, sobre Jesús, todas las formas del mensaje que van apareciendo en el NT tienen su punto de partida en el kerigma: él es el germen que se va desarrollando en formas variadas y según las exigencias concretas de la actividad misionera de la Iglesia. 21 Aun en sus puntos culminantes - en Pablo y Juan - la teología del NT aparece como un desarrollo del kerigma primitivo. El kerigma consiste en prego– nar el acontecimiento salvífica por excelencia: la resu– rrecc10n y muerte de Jesús. Este «acontecimiento» aparece como culminación de la historia de salud. 20. Rom 6-8, cf. ALEJANDRO DE VILLALMONTE, o. F. M., Cap. El sa– cramento del bautismo. Reflexiones teológico~lcerigmáticas, NatGrac. 8 (1961) 13-72; pp. 14-19, 30, 36-40, 62-66. 21. Cf. RETIF, art., cit., pp. 915-917. ÜEISELMANN, Jesus der Christus... pp. 31-103. 31

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