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irrumpe en el mundo y quiere invadir tQda la realidad humana es el mismo Jesús. No es únicamente que Jesús haya traído la buena nueva del reino de Dios. sino que Él es el Reino, Él es el evangelio. Esto es indudable si tenemos en cuenta la claridad con que Jesús se sabía, tenía conciencia de ser el Hijo de Dios, el Mesías que, en su vida y especialmente en su muerte y resurrección, instauraba el reino. Por eso, su kerigma no es una nueva doctrina o teoría sobre el reino de Dios: su mensaje consiste en decir que el reino de Dios es Él mismo. Su persona es el contenido del Evangelio, del reino de Dios. 11 Y junto con la persona de Jesús, viene el segundo momento: que la persona de Jesús se presenta para exigir una decisión religiosa total del hombre; ya que Él es signo de levantamiento y de ruina para muchos. La parénesis del Bautista: ¡arrepentíos!, suena también constantemente incorporada al kerigma de Jesús. La de– cisión por Jesús o en contra de Jesús exige, ya sea como preparación ya como consecuencia, un total cambio de actitud en la postura humana frente a 'Dios. 1 ª En el esquema de la predicación apostólica que nos conservan los Hechos, se ofrece el kerigma en su forma perfectamente desarrollada y - sustancialmente - defi– nitiva. Bajo diversos aspectos ha recibido un desarrollo; pero sobre todo, en su núcleo germinal en torno a la persona de Jesús los Hechos es la época privilegiada del kerigma; en ellos encontramos el kerigma origina– rio, que refleja un estadio de su desarrollo anterior in– cluso a la redacción de los evangelios. El tema del kerigma en los Hechos ha sido estudia– do ampliamente por Geiselmann en su libro ya antes 17. K1rrEL, ThWortBuch zum NT, v. euangelion, vol. u, p. 728. 18. Mt 12, 20; Le 2, 34; Mt 11, 4-6; Jn 14, 6-11. 29

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