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surrección de Jesucristo. Por ello también, no hay forma de la palabra de Dios que no diga referencia al ke– rigma y que no deba contenerlo en forma más o menos explícita. Por tanto, todo anuncio de la palabra de Dios donde se ponga a Cristo como signo de salvación (o de ruina) para provocar una decisión aquí y ahora del hombre por Dios, retiene las características y el es– quema primero del kerigma originario y puede calificar– se como auténticamente kerigmático: fundado en el kerigma y alimentado de su energía ilimitada. 2. Contenido sustancial del kerigma en el NT. Aunque siempre en el mismo sentido, el contenido del kerigma se enriquece gradualmente en el NT. En Juan Bautista el contenido total y único del ke– rigma es el «reino de Dios»: la irrupción de Dios en el mundo es inminente, ¡llegó ya! ¡Preparad los caminos al Señor! Y junto con el anuncio «feliz y bienhadado» de la venida del reino, se exige la transmutación del hombre por la penitencia (metanoia). Porque no es po– sible concebir una teofanía sin que el lugar donde Dios se manifiesta quede transmutado. En este caso el hom– bre debe transformarse por la penitencia y preparar su corazón para darlo al Señor ¡Haced frutos dignos de penitencia! El kerigma de Jesús se centra también en tomo al reino de Dios. Pero tienen lugar dos modificaciones fundamentales: en primer lugar, la misma idea del reino se enriquece en contenido, en aplicaciones y fórmulas nuevas. Y sobre todo recibe un acrecentamiento y con– creción sustancial: Jesús se coloca a sí mismo en el centro del mensaje del reino. El reino de Dios que 28
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