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ciales del primitivo kerigma evangélico y neotestamen– tario. Toda predicación cristiana no debería ser (y en el fondo no lo es) más que una continuación, amplia– ción del kerigma primitivo y eterno de salvación. De él arranca, a él vuelve y de él se nutre para siempre la predicación cristiana que quiera ser efectiva. 8 Nosotros vamos a estudiar aquí lo «kerigmático» aplicado a calificar la teología. Este calificativo se ha aplicado y se aplica a una orientación peculiar (y nue– va) dentro de la metodología teológica y de la teología misma en cuanto tal. Podríamos adelantar ya el concep– to de la teología kerigmática y decir que es el estudio metódico de las verdades teológicas en f arma tal que pueda servir directa e inmediatamente para preparar y promover la predicación de las verdades reveladas aF pueblo cristiano. La tendencia a orientar la ciencia sagrada hacia las necesidades de la vida y del apostolado de la Iglesia, recibió desde un principio, según vimos, el nombre de kerigmática. No es que vayamos a ligarnos dema– siado a una palabra; pero sí es necesario que nos fije– mos un poco en el kerigma del NT como punto de par– tida para una mejor comprensión de lo que haya de ser la teología kerigmática. En efecto, del kerigma primi– tivo nació toda otra forma de predicación y en general toda otra forma de proponer el mensaje de salvación. Incluso la misma teología del NT y por tanto toda ul– terior teología cristiana. Además, en el NT encontramos 8. Para estudiar la relación predicación-kerigma véase especialmente las obras ya citadas de HITZ (n. 4) y de GRosso (n. 5). El kerigma ha sido aplicado a otras formas de apostolado que no son predicación en el sentido estricto. Cf. J. A. JuNGMANN, Catequética, trad. castellana de F. Pa– yeras, Barcelona, Herder, 1957. F. X. ARNOLD: Al servicio de la fe, trad. esp. de C. Floristán, Herder, Barcelona '1962. L. BoPP: Liturgie und Kerygma, 1-rv, Pustet Ratisbona 1952-1960. 20

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