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podrá descubrir nuevas posibilidades para la necesaria adaptación de la ciencia teológica a las necesidades con– cretas de la vida de la Iglesia y del apostolado.7 Sin embargo, nosotros pensamos que, aun cuando se llegue a dominar a fondo el sistema teológico de la Summa, todavía el problema de la adaptación de la ciencia sagrada a la vida religiosa y apostólica de los sacerdotes y fieles, queda sin resolver para la inmensa mayoría de aquellos que han de dedicarse al cuidado de almas. Aspectos muy importantes y vitales de la teo– logía católica actual a penas si están esbozados en la Summa, o se encuentra la doctrina en forma dispersa, o propuesta desde puntos de vista inactuales. Incluso los tratados que están relativamente bien desarrollados en la Summa, dejan siempre pendiente nuestro pro– blema. Porque, i;anto Tomás resolvió las cuestiones de su tiempo en categorías, terminología, formas de expresión, supuestos culturales y ambientales distintos de los nuestros. Y la transposición de las enseñanzas de santo Tomás a nuestra problemática actual sólo es posible - cuando lo es -, para los profesionales de la teología, y nunca para la inmensa mayoría de los sacer– dotes que han de dedicarse al apostolado en forma ab– sorbente. Todos estamos de acuerdo en reconocer que la teología científica que siempre se ha enseñado en la Iglesia - sea el tomismo u otro sistema-. es en prin– cipio y radicalmente apta para dirigir la acción y la vida. Pero ahora se le acusa de que, lo que podría hacer, no lo hace; al menos en forma suficiente y satisfactoria. 7. Insisten en esta idea sobre todo Y. M. CoNUAR, B11lleti11 de Théo• logie Dogmatique, RevScPhi!Théol. 35 (1951) 591-594; P. J. KuNICIC, 0. P., S. Tlwmas ·et theologia kerigmatica, «Angelicum» 32 (1955) 35-51; D. L. GREENSTOCK, T. O. P., Otra vez el problema teolc!gico, La Cienc. To:u. 83 {1956) 573-600. 17 .2 - Villalmonte
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