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Para llegar a una compenetración más íntima de la teología con la vida religiosa y apostólica se necesitan dos cosas, sobre todo: que los teólogos se acerquen a las necesidades de la vida apostólica y que la vida apos– tólica sienta la necesidad de acercarse a la teología. Nos– otros miramos el problema y queremos contribuir a re– solverlo desde el ángulo de la teología. Y desde aquí es desde donde afirmamos la necesidad y la posibilidad de que la teología reciba una orientación general que llegue a coincidir, lo más posible, con la finalidad y ob– jetivos de la predicación, del apostolado y de la cura de almas en su sentido más amplio. El objeto de la predicación desde el kerigma primi– tivo de Jesús y de los apóstoles hasta nuestros días, podríamos resumirlo en estas palabras, eco del primer sermón de san Pedro: Arrepentíos de vuestros pecados y creed en Jesucristo, porque fuera de Él no hay sal– vación. Es decir, que el objetivo constante de la predi– cación cristiana es obligar al hombre a decidirse por Dios en Jesucristo, ya se trate de la decisión originaria en la fe y el bautismo, ya de la reiteración y ahonda• miento de la decisión a lo largo de la vida. La predi~ cación, pues, quiere poner al hombre frente a Dios, en presencia de Dios e impulsarle, por la fuerza de la pa– labra, a que se decida a entregarse a Dios en Jesucristo, único salvador, en esta vida y para la eternidad. Por lo que se refiere a la teología, si quiere acercar– se a la predicación cristiana y servirle de base y orien– tación, ha de estudiar debidamente la teología los valo– res religiosos salvíficos de las verdades reveladas. El predicador busca preparar inmediatamente al hombre para la decisión y vida religiosa, para el encuentro - cada vez más hondo - del hombre con Dios en Je- 13
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