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que sienten de cuando en cuando la llamada al des– contento y a la insatisfacción porque reconocen que sólo Dios puede saciar el alma. Los que caen pero se sienten infelices hasta que se levantan. Los que no pactan con sus fragilidades aunque sean frágiles. Los que renuevan sus propósitos sin desesperar al ver que se quedan a medio camino. Los que están des– contentos consigo mismos porque no son lo que sa– ben que Dios quiere que sean. Y son felices porque Dios mismo se encarga de saciar su hambre y su sed. Es una paradoja pero es así: los santos han sido con frecuencia los hombres más felices del mundo ya en este mundo. 5.ª PARADOJA: FELICIDAD EN MISERICORDIA La lectura de la Biblia y, particularmente, de los santos Evangelios nos deja el alma confortada y espe– ranzada. Dios es misericordioso y su bondad no tiene límites. Dios protege, perdona y bendice a su pueblo. Tiene un corazón paterno-maternal abierto siempre para sus hijos. La corrección y el mismo castigo es– tán inspiradas en su amor de Padre. E! pueblo elegido disfruta reiterando su confianza en la misericordia de Dios que lo libera de la esclavi– tud, que abate a los enemigos poderosos y que guía a los suyos con mano suave y poderosa a través del tiempo. El pueblo vacila, se cansa y olvida sus com– promisos con el Señor, pero al final reacciona siem– pre recordando que "la misericordia de Dios es eter– na". Y ahí está Cristo para ratificarlo de un modo defi– nitivo. Cristo profundiza las motivaciones de la espe– ranza con su doctrina de la paternidad y de la provi- 82

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