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largas historias sin dar sensac1on de aburrimiento", "demostrar al interlocutor que nos resulta grata su conversación", "dar pruebas de simpatía y cordialidad a los que nos presentan", "demostrar aprecio y amis– tad a los que conviven con nosotros", "interesarnos vivamente por sus problemas", "felicitar al prójimo por sus pequeños o grandes éxitos", "apretar caluro– samente la mano", etc. Parecen recetas caseras sin transcendencia pero tienen una gran eficacia en la convivencia. Y otro dato de experiencia: os habréis encontrado con hombres francamente buenos, entregados, des– prendidos, inteligentes que fracasan en la vida. La ex– plicación de este sorprendente espectáculo es muy simple: "es que tiene un carácter muy fuerte y no hay quien lo aguante". Los caracteres agrios y violentos acaban con frecuencia en el aislamiento. 3.ª PARADOJA: FELICIDAD EN AFLICCION El Señor contrapone la alocada alegría mundana a . la tristeza de sus discípulos. Los hombres mundanos se lo pasan en grande: se divierten, se van de juerga, "viven intensamente la vida". En cambio, los suyos es– tán tristes. Pero, "no temáis, vuestra tristeza se con– vertirá en gozo". La vida cristiana es un verdadero compromiso que, si se toma con seriedad, lleva consigo renuncias muy duras para el sentimiento. Hay que renunciar a lo que apetece el instinto con fiereza; hay que disciplinar los sentidos; hay que instalarse en una vida sobria, aus– tera y vigilante. Se vive torturado por ideas y proble– mas que normalmente resultan muy incómodos. El hombre mundano los margina y sigue la corriente 80

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