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Es el disfrute pleno de 1~ presencia de Dios, es la po– sesión gozosa del mismo Dios. Fero es que, además, el reino de los cielos se inaugura ya en la tierra y lo disfrutan particularmente los pobres de espíritu con la vivencia de Dios en sí mismos La paz profunda, la liberación de ataduras materiales, la seguridad que proporciona el sentirse cobijados por Dios son una participación efectiva de los dones del reino. Hay un pasaje muy expresivo sobre la pobreza en los Evangelios. Cuando Pedro pregunta qué se les da– rá por haberlo dejado todo, Cristo le responde que re– cibirán "el ciento por uno" ya en esta vida y después la vida eterna. Basta ~epasar la vida de los santos, -basta reflexionar sobre la propia experiencia de la pobreza vivida con gerneroso entusiasmo- para com– probar la fidelidad de esta promesa de Cristo. Los do– nes de la pobreza ya en este mundo son la alegría, la sencillez, la naturalidad, la paz, la libertad, el despren– dimiento, la audacia, la sinceridad, la generosidad, la humildad. Ciertamente, una anticipada pero gozosa participación en el rein::, de los cielos. El alcance espiritua de la pobreza queda determi– nado con precisión en otros pasajes revelados: Hay que asemejarse a los niños -es decir, hay que cam– biar y hacerse pobres pequeño~, insignificantes, sin categoría ni ambiciones-- para ser el mayor en el rei– no de los cielos. Afirmación que se repite con motivo del "incidente de vanidad" entre los apóstoles en el mismo sentido: el que quiera ser el mayor que se ha– ga el más pequeño. María proclama que la llamarán dich.osa todas las generaciones, va desde ahora, por– que el Señor se fijó en la pequeñez de su esclava. La incitación demagógica a les pobres contra los 77

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