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sitiva y aleccionadora. Personas que nunca tuvieron que enfrentarse a la vida, porque se les dio todo he– cho, empiezan a ver las cosas como son cuando llega la prueba. En la adversidad es cuando uno sabe quié– nes son amigos de verdad. La enfermedad es una vi– vencia realista de la propia insuficiencia. La desgracia comprueba la inseguridad de las cosas humanas. La muerte es la perspectiva exacta para valorar la vida en todo su alcance. Dios poda al hombre para que dé más fruto. Quien supera con valentía las pruebas de la adversidad pue– de decirse que es todo un hombre. 111. ESTAMOS CONDICIONADOS El sarmiento vive a condición de estar unido a la vid que, con su savia, lo hace florecer y fructificar. El sarmiento con vida pujante tiene diversas ramas. No sólo somos miembros de Cristo, sino también "miem– bros de miembro". La vida del sarmiento, condiciona– da por la savia que recibe, condiciona, a su vez, la floración y el fruto de las diversas ramas que de él nacen. Y esto tiene una importancia excepcional en la santificación personal y en la proyección a los seme– jantes. Recurrimos al "caso" San Francisco para esclare– cer esta hermosa doctrina. Francisco responde con prontitud y con generosidad a la llamada divina. El "sí" convierte a Francisco en San Francisco. Pero no se trata de una cuestión puramente personal. Francisco ha sido llamado para sí y para sus hermanos, como le han dicho Clara y Silvestre después de consultarlo a 70

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