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voluntario", porque se entrega a sí mismo como lo hizo el Señor hasta el último latido. -desinteresado, sin buscarse nunca a sí mis– mo. -obsequioso con los demás en el trato deli– cado, en la convivencia cortés y en esos mil detalles que se presentan en la vida diaria. -veraz consigo mismo y con el prójimo. -fiel en todas las circunstancias de la vida: prcsperidad y adversidad, alegría y tristeza, vida y muerte. En la hora de la prueba quien ama de verdad nunca deserta. Este es e' amor "de- obra y de verdad" que predica Juan en con:raposición al difuso y confuso sentimien– to que se pierde en verborrea demagógica. Si analiza– mos con criterios evangélicos lo que se habla y se es– crib.e hoy de temas tan sugestivos como la igualdad, la fraternidad universal, los derechos humanos, la li– bertad, los p::::,bres y lo despojamos de toda hojarasca demagógica nos quedc.ríamos con "bronce que suena y címbalo que retañe". Si no siempre, al menos con mucha frecuencia, todo se quedaría en una sesión espectacular de fuegos artificiales. Y aquí viene de nuevo San Juan a advertirnos enérgicamente: no ame– mo.s de pico, sino de cbra y de verdad. Con una mentalidad evangélica los "espacios del amor" son inabarcables y hay que "dilatarlos" cada vez más, como quería San Agustín. Con el mapa de la humanidad de hoy en la mano es fácil sugerir los espacios inmensos que debe cubrir el amor: -pobrezc.. ¿Por qué no compartes con el prójimo , .el pan de tu mesa aunque tengas que pasar un - ' poco de hambre? 57

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