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go nuevo y distinto: 'Sabéis que se dijo a /os anti- . guos ... , PERO yo os digo ... " Lo nuevo, de muy difícil digestión para un judío, es que hay que amar también a los enemigos y rezar por los perseguidores. No po– demos imaginar el impacto de estas palabras desde nuesira situación histórica concreta de creyentes si no hacemos un esfuerzo por centrarlas en su contexto histórico-religioso. Tuvieron que producir una sacudi– da tremenda en los oyentes por su exigencia sin pa– liativos: nunca habían oído que el enojo y el simple insulto podían llevarles al banquillo de los procesados y mucho menos a una declaración judicial de culpabi– lidad. Y lo que es peor aún: nunca habían oído el ex-· traño mandato de amar a los enemigos. Sin embargo, no a::::aba aquí la originalidad del amor cristiano. Los judíos consideraban a Dios como un aliado poderoso contra los enemigos. Y resulta que viene Cristo y establece la gran paradoja: quien reza por los ofensores y ama a sus enemigos se asemeja a Dios que hace salir el sJI y hace llover también sobre injustos y pecadores. Esto resulta insólito y escanda– loso para un judío. Pero la relación entre la ofensa al prójimo y el servicio a Dios es tajante: la reconcilia– ción con el hermano o la permanencia en la frialdad o en el odio condiciona la aceptación o el rechazo de Dios. Son palabr:as tan serias que sería frívolo tomar– las a la ligera: si tu hermano tiene algo contra ti ... si lo has agra,,iado o entristecido con la murmuración, la deformación de la verdad, la ofensa o el resenti– miento ... , no ::>uedes presentar tu ofrenda -no pue– des acercarte al altar- porque tu ofrenda será recha– zada por Dios. Estamos tan familian·zados con estas expresiones que ya no nos causan sensación. Estamos demasiado 51
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