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"Donde hay tinieblas, ponga vuestra luz" El hombre que se ha tomado en serio la tarea de pacificador -de instrumento de ¡:;az- es amigo de la luz. El hombre bueno busca siempre la luz. La luz apa– rece en el Evangelio como el "carnet de identidad" de Cristo y de los suyos. El era la Luz: los discípulos re– cibieron la luz y se hicieron lumi1osos, transparentes, veraces, · sencillos, lucíferos, es decir, portadores, abanderados de la luz. Cristo quiere que la vida de los suyos irradie un testimonio claro y contagioso: un vivir amasado con buenas obras para que los hombres glorifiquen a Dios, transparentado en la ejemplaridad del comportamien– to cristiano. El compromiso bautismal implica un ser– vicio a la luz. ¿Cómo habrá que recordar que no se puede ser instrumento de paz lamentando que existen sombras -y muy espesas a veces- en nuestro mundo? Está en boga el estilo "revisionista", de denuncia de los fa– llos de las comunidades políticas, de las estructuras, de las jnstituciones. Si todo se reduce a la crítica de lo que no marcha bien, sería triste pasarse la vida re– volviendo la podredumbre y destruyendo. Eso lo hacen los terroristas y l¡rn aves de presa. El Papa se siente dolorido por las continuas críticas de que es objeto la Iglesia "desde dentro". Triste tarea que no consi– gue nada positivo y crea un clima de malestar en los que de verdad la aman. Donde hay tinieblas hay que poner luz, no ensa– ñarse con las tinieblas, no aumentarlas con la crítica ácida ni con ideas confusas ni c.:,n escepticismos es– tériles, ni con resentimientos innobles. Poner luz es 35
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