BCCCAP00000000000000000000739

-La vida humana sobre la tierra es lucha, tensión, crisis, dolor, anhelo, espera, cruz y muerte. Es una confirmación expresa de que el hombre "no se encuentra a gusto" fuera de su centro vital que es Dios. -El hombre no está solo, a merced del destino ni de las fuerzas ciegas de la naturaleza. En· todos los caminos del hombre está Dios que es "el Pa– dre". De esta convicción fuerte, que algunos hombres convierten en vivencia concreta, nace la seguridad más reconfortante: Dios Padre vela siempre por los hombres desde la cuna hasta el sepulcro. La misma muerte no inspira terror, si– no confianza, seguridad y alegría. Y es Francis– co que canta una alabanza a la "hermana muer– te". Y es Unamuno que escribe un epitafio espe– ranzador sobre su muerte: "Méteme, Padre eterno, en tu pecho, misterioso hogar. Dormiré allí, pues vengo deshecho del rudo bregar". Hay que "poner esperanza" a manos llenas en nuestro mundo desesperanzado. Los hombres de hoy están tan apegados a la tierra que trabajan hasta el agotamiento nervioso para "instalarse" confortablemen– te en la vida. Supervaloran la materia, el dinero, el bienestar ... todo lo que asegura el presente y el por– venir. Y hay que penetrar en su vida y recordarles con sencillez pero con energía que lo importante es reali– zarse a sí mismos como hombres y como creyentes. Que aquí no se nos ha perdido nada. Que somos pe– regrinos hacia la eternidad. Que en la vida y en la muerte estamos en los bra– zos del Padre. 34

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz