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una pas1on inútil" donde hay que predicar y poner la esperanza. Pero sin reincidir en los errores pasados. El hombre está de vuelta y no quiere adorar dioseci– llos con pie de barro. Sería un desacierto continuar la línea de sustituciones del Dios vivo y verdadero por los ídolos que no han resistido el primer embate de la realidad y mucho más grave aún crearse otros nue– vos, más movedizos to:lavía. La esperanza cristiana va por el camino opuesto y se afirma en bases más sólidas. Un cuadro aproxima– do constaría de los elementos siguientes: -El hombre es un ser "creado" por Dios. Viene de Dios que le ha dado amorosamente la vida. -La vida merece ;a pena porque es un "don de Dios" y el hombre tiene que realizarse a sí mis– mo en la dirección de Dios. -la vida es el espacio y el tiempo que el hombre ha de aprovechar al máximo para perfeccionar– se. Es libre para hacer de su vida una obra de arte o un esperpento. Puede pasar por la vida haciendo el bien e, igualmente, puede envilecer– se obrando mal. -El hombre es un pasajero con billete para la eternidad. "No tenemos aquí ciudad permanen-– te". Enraizarse en el tiempo y "acomodarse a este siglo", como si fuera el domicilio para siem– pre supone un olvido peligroso de la condición de peregrinos. -Buscar en las cosas creadas la seguridad y la· felicidad es desconocer" la realidad de las cosas -sustancialmente incapaces de satisfacer las exigencias más profundas del alma humana-. El hombre está hecho para Dios y sólo Dios pue– de saciar su corazón inquieto. 33

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