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-.Ya es célebre tristemente el "caso" de Marilyn Monroe. Pasa prvaciones en su infancia hasta que le sale la suerte en el camino. Se hace rica, se hace famosa, i1mensamente famosa. Tiene to– do lo que apeteció cuando vivía miserablemen– te. Pero no puede soportar más la vida y se sui– cida con un tubo de barbitúricos. -Y, para completar el trío de artistas, hace pocos días nos enteramos por la prensa del suicidio del protagonista de irmumerables películas, conoci– das y aplaudidas en el mundo entero. Dejó una nota donde decía que ya estaba harto de este cochino mundo y ... que nos lo regalaba. Y nos recorre un escalofrío de muerte la médula espinal. ¿Cómo puede llegar una persona a la aberra– ción de suprimirse por el medio que sea? Desde luego hay razones que, sí no justifican, al menos explican cómo se ha desembocado en una decisión tan des– acertada. Es el caso del hombre que no puede sopor– tar los dolores de una enfermedad crónica. En un mo– mento de locura o de ofuscación es fácil coger el re– vólver y suprimirse. Un hombre se siente "acorralado" por la desgracia de una quiebra económica o de una infamia moral y se mata casi sin pensarlo. Lo difícil de explicar es cómo ur hombre que nada en la abun– dancia puede escribir serenamente una nota y preme– ditar a sangre fría su propia muerte. En este terreno en que se cuestiona el sentido de la vida y de la muerte, ,a misma razón de ser y el pro– pio ser del hombre, la antropología con sus ramificacio– nes de tono menor -sociología, psicología- apenas puede aportar nada válido. Hay que ascender al cam– po de la metafísica y, en última instancia, a la teolo– gía -en la línea de Laín Entralgo en su profundo es- 31

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