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pre pueden prorrogarse porque son circunstanciales. El hombre de hoy necesita, ante todo, que Dios se meta en su vida. "Donde hay desesperación, ponga esperanza". Después de anotar el Concilio que el hombre de hoy nada en la abundancia de riquezas, posibilidades, poder económico, libertad, confort, etc ... , concluye: "La inquietud los atormenta ( a los hombres) y se preguntan, entre angustias y esperanzas, so– bre la actual evolución del mundo" (GS, Intro– ducción, 4) A continuación se insiste en la "grave perturba– ción", en la "perturbación de muchos", en los desequi– librios, las discrepancias, el hastío y el aburrimiento. ¿Cómo es posible que tanta abundancia desemboque en la desesperación? ¿Por qué proliferan tanto las ca– sas de salud, precisamente en un porcentaje mayor en– tre los pueblos que disfrutan de toda clase de comodi– dades? ¿Por qué se desespera el hombre de hoy? La crónica de la desesperación nutre las columnas de los periódicos y de las revistas ligeras del mundo entero: 30 -Una artista famosa intenta reiteradamente aho– garse en el Sena. Ha vivido "intensamente", es decir, no se ha privado de ningun placer que ape– tecieran sus sentidos. Es rica, es brillante, es en– vidiada. ¿Por qué intenta suicidarse si lo tiene todo en la vida? Es que siente un hastío insoportable, un vacío terrible y un tedio intolerable. Para acabar con una situación así, se tira al río.

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