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cielo es azul y parece que se ha parado el tiempo. El abuelo tiene 93 .años. -Abuelo, usted que tiene tantas horas de vida po– dría decirme: "¿Cuándo estuvo mejor el mundo, antes o ahora? Y el abuelo, pausado, sereno, pensativo: -Yo lo he conocido siempre igual. Siempre hubo buenos y malos. La diferencia más grande que yo noto es que "antes era la fe más ardiente". Los síntomas de este apagamiento de la fe que denuncian desde el Pa– pa hasta el viejo abuelo son numerosos y, en cierto mo– do, alarmantes: -Dios cuenta cada vez menos en la vida de los hombres. -Ruptura entre religión y vida. -Desvaloración de lo sobrenatural. -Pérdida progresiva del concepto de pecado. -Apelación, por sustitución, a la autonomía huma- na. -Creciente naturalismo de los creyentes. -Marginación de los valores espirituales. -AlarmantE:l secularización del mundo moderno. -Descrédito progresivo de las instituciones religio- sas. -Escepticismo ante la muerte y la eternidad. No incluimos en la lista el ateísmo por una razón obvia: no se trata de apagamiento sino de positiva ex– clusión de Dios y por tanto de la fe. El hombre se des– entiende de su radical vinculación a Dios por diversas razones y la primera es que niega a Dios de forma ex– plícita usurpando el puesto idolillos humanos con pies de barro, como la total autonomía humana, la libertad 26

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