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los demás ni hacemos comparaciones odiosas. La G_rí– tica constructiva nos encara con los problemas pro– pios que no se solucionan con vanos lamentos, sino con una acción decidida -aquí y ahora-, para sacar de cada circunstancia todo el bien posible. El padre no llama a parte al chico de sus vecinos, sino a su hijo, porque es algo suyo. Nos duele la mediocridad en lo nuestro y en lo que nos toca más de cerca. Estas puntualizaciones son tan obvias que se im– ponen por sí mismas. Con todo, conviene destacarlas para que no nos confundan. Podemos adormecernos y embriagarnos con las espirales del incienso barato, mientras que la crítica nos mantiene en tensa vigilia para reflexionar seriamente sobre la distancia enorme que existe entre el yo que debemos ser y el yo que realmente somos. La actitud más honrada es la exigen– cia personal y colectiva para no quedarnos a medio camino La crítica viene parcialmente condicionada por la información de la vida pública. Por eso la información debe ser amplia y generosamente servida por los orga– nismos responsables. Y sobre la información, trabajar jornadas intensivas con un espíritu sano de colabora– ción. La revisión crítica es un procedimiento muy efi– caz -para el contraste de pareceres, puesto que cada uno aporta sus experiencias, sus conocimientos, sus criterios, sus puntos de vista. En una colectividad de vida pujante los conflictos deben ser numerosos. Es señal de vitalidad y de since– ridad, ya que el mundo está afectado por profundas y radicales transformaciones. Mientras más rayos de luz iluminen los focos céntricos de la' convivencia más lu– minosas serán las decisiones. Eso sí, la diversidad e incluso la oposición de mentalidades ha de ir siempre 258

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